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La empatía como recurso

Por Nancy Vera

Los alumnos, los docentes, la escuela virtual y la cuarentena: La empatía como recurso.

Se ha descripto de innumerables maneras el sentir en estas épocas de aislamiento: crónicas televisivas, artículos periodísticos, exposiciones de profesionales, desde el lado del humor con los famosos “memes”, y hasta con el intercambio entre nosotros mismos, la gente “común”, cada vez que respondemos a la ya tan popular pregunta “¿y vos cómo la estás llevando?”.

Y mientras a través de tanto hablar, leer e ironizar al respecto, vamos dándole forma a lo que sentimos, surgen nuevos interrogantes y presiones que son motivo de preocupación.

Como docentes, vamos atravesando esta inimaginable etapa tratando de continuar nuestra labor, pero con un cambio rotundo de escenario. En nuestro caso las preocupaciones son muchas, algunas más prioritarias que otras.

Nos preocupa el estar en contacto con nuestros alumnos, principalmente que estén bien, que estén allí en nuestras clases.

Nos preocupa el traslado de la escuela al celular, pensando qué tanto es posible, qué sí, qué no. Qué se puede reemplazar y qué habrá que “reinventar”.

Nos preocupa estar actualizados en materia tecnológica para poder hacerle frente a “lo virtual”.

Nos preocupa estar a la altura de lo que los niños esperan de nosotros hoy, para poder ofrecérselos. Queremos innovar, sorprender, cautivar… aunque las ideas se nos vayan agotando.

Hay que reconocer que también nos preocupa la mirada adulta, la crítica, la subestimación a nuestra tarea, el enojo que a veces sienten hacia nosotros.

Seguro se escapan por allí otras preocupaciones más, pero la que es motivo de debate institucional por excelencia últimamente, es la poca intervención y participación de algunos alumnos tanto en las videollamadas como con la entrega de trabajos pedidos.

En estas charlas salen a relucir siempre los mismos nombres, distintos profesores comparten la experiencia: “¿por qué cuando hacemos las famosas videollamadas no activa su cámara? Apenas se escucha su voz”. “No entregó ningún trabajo hasta hoy”. “En el aula, era el típico desinteresado, el disruptivo ¿qué esperábamos de él?”

En algunas ocasiones estas conversaciones consisten en hacer toda la catarsis posible, hasta agotar el tiempo de reunión.

En otras, surge la magia, la conversación trasciende la crítica y comienzan las verdaderas preguntas, las importantes, de las que aún no tenemos respuesta y las que nos sirven como motor para avanzar:

“En su rostro pareciera estar marcado: ´Soy Malo´ ¿Será que cree eso de él mismo?”, “¿vieron la mirada que tiene? Parece triste…”

“¿Será un chico feliz?” “Me enteré que trabaja con sus padres largas horas en el taller.” “¿Estará pasando necesidades?” “¿Alguien conoce a su familia?” “¿Por dónde vive?”

“¿y si lo llamamos para saludarlo y demostrarle que nos importa?”

Y la experiencia de poner en práctica nuestro lado empático, suspender el juicio al otro por su manera de actuar, sin conocer sus necesidades y su realidad, siempre nos devuelve buenos resultados.

En la cara del “Malo” aparece una sonrisa, sus rasgos se relajan y nos damos cuenta que es un joven más, con sueños y ganas de poder demostrarle a todos  que no es una mala persona, que su realidad es muy distinta a la mayoría de los jóvenes que tienen un hogar, familia y necesidades básicas satisfechas. Que tiene que trabajar para poder ayudar con la comida diaria y que su familia  no valora su esfuerzo en la escuela. Su casa “no se puede mostrar”, es por eso que no se conecta y solo lo hace, porque necesita escuchar las voces amigables de sus compañeros y profesores.

La cuarentena nos afecta a todos, de igual manera en algunos aspectos, y de desigual y diversa manera en otros, si es que tenemos en cuenta la realidad social de cada uno, la personalidad y nos abrimos a la posibilidad de conocer y tratar de entender lo que se siente.

Se habla de poder salir fortalecidos de esta etapa, pues bien, tenemos la oportunidad de hacerlo simplemente empatizando con el “Otro Inmediato”, cercano, no hay que salir a buscarlos, están allí… y esperan de nosotros que los respetemos y acompañemos en su crecimiento. Cuando lo hacemos, abrimos el juego y surgen estas sorpresas:     

“Gadiel

Gracias a los profes, por  poner esa semillita de esperanza en todos nosotros mostrándonos que la escuela no es solo lo material, ni la estructura, sino que son esas ganas que ponen los profes día a día para que no dejemos de aprender, y tengamos un mejor futuro, aun en esta situación en la que nos encontramos. Les doy las gracias por nunca bajar los brazos…”

“Nico

Hola profe , sé que es tarde de entregar esta tarea , pero lo mando igual , a mí me generó tristeza por el lado del ahora, todos estamos estresados , angustiados, tristes y me animo a decir hasta enojados, lo digo desde mi punto de vista, estresados por todas las cosas a cumplir como ciudadano y como estudiante, desde proteger a las personas que más queremos, hasta no saber si podés cumplir con lo que tenés que hacer, yo no dispongo de una muy buena economía y la remamos como podemos, angustiados en el tema de no saber cuándo volvamos a ver a nuestros seres queridos y amigos, tristes por no saber hasta dónde puede llegar esto, ya sean unos días o en el peor de los casos meses y enojados por las personas que no son responsables y siguen saliendo a la calle a b………. por así decirlo, esas personas que no tienen 2 dedos de frente, que no saben que pueden contagiar a un familiar, a una mascota o a ellos mismos y desencadenar aún más al virus….”!

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