Por Luis Zamar
Bueno, aquí estamos nuevamente, acompañándolos con nuestra “Frases con historia”. Confiamos en que lo recibido hasta el momento, además de haberles brindado entretenimiento, haya también despertado la curiosidad por conocer más sobre el vocabulario popular, y las variantes surgidas a través del tiempo y el lugar. Aquí vamos.
El chivo emisario
La Biblia nos cuenta como en el día del Perdón, los antiguos judíos se descargaban de todos los pecados cometidos durante el año. Cada población escogía un macho cabrío como portador de sus faltas. En medio de plegarias e imprecaciones, este era llevado al borde del desierto, en el que un demonio llamado Azazel se apropiaba, junto con la cabra, de las culpas colectivas. Al volver al templo el encargado de haberla conducido, cambiaba sus ropas por otras de lino blanco, como signo de purificación. La expresión chivo emisario –a veces llamado también chivo expiatorio- se aplica hoy a la persona o al grupo humano, que otros eligen para endilgarle sus propias culpas, aunque el “chivo” designado resulte tan inocente, como el animalito bíblico.
Echar con cajas destempladas
Caja es sinónimo de tambor. Lucio V. Mansilla, al narrar un fusilamiento, escribe en sus Cuentos del fogón que la “caja batía marcha lúgubremente”. El tambor marca el ritmo en los desfiles y otras ceremonias militares y como todo instrumento musical, debe estar afinado o templado, y ello se logra tensando adecuadamente el parche. El dicho proviene del mundo militar, pero, aunque tenía un claro sentido de acritud hacia la persona a la que iba referida, no había un lenguaje verbal violento, sino que las cajas destempladas a la que se refiere el modismo eran los redobles de tambor, los cuales lo hacían de un modo ‘desafinado’ o, como se conoce en el argot musical, ‘destemplado’. También, hace dos o tres siglos, si un diplomático extranjero era declarado “persona no grata”, se daba la orden de acompañar su despedida, con un cortejo en el que la banda hacía sonar las cajas, con un redoble deliberadamente fuera de tono. De allí viene la frase “echar con cajas destempladas”. Lo que en un tiempo fue un desaire a tambor batiente, hoy se expresa con palabras cortantes, cara de perro y un dedo índice que señala la puerta.
Echar margaritas a los cerdos
El sentido de la frase es conocido: brindar algo muy valioso o exquisito, a quienes no están en condiciones de apreciarlo. Está tomada del Sermón de la Montaña, contenida en el Evangelio según San Mateo. Allí, en latín, se lee: margaritas ante porcos. La dificultad empieza cuando se traduce margarita, palabra que tanto en latín como en su equivalente griego, significa por igual perla y margarita, la flor. ¿Con cuál de las acepciones quedarse? Todas las versiones de la Biblia, incluida la española, hablan de perlas. De modo que lo que predica el Evangelio es: “no deis las cosas santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los puercos (o cerdos) para que las pisoteen”. El versículo al convertirse en dicho, ignoró las perlas para quedarse con las margaritas, las que nada tienen de preciosas, pero que seguramente sonaban más familiares a los oídos españoles. Hoy, fuera de los textos sagrados, nadie menciona el consejo de no alimentar con alhajas a los chanchos. El dicho ha pasado de la joyería al jardín. De lo que la gente se cuida es de no desperdiciar bienes y esfuerzos, en favor de aquellos que los van a recibir como margaritas pisoteadas, y sin valorarlo.
Darse dique
Cuando una persona hace ostentación de algo, o se da una importancia exagerada, decimos que se da dique. La expresión no tiene nada que ver con dique alguno (palabra que nos viene de Holanda, país experto en ponerle barreras al agua). El dique de nuestro dicho, surgió por alteración y posterior inversión del término gitano diquelar, la que, al igual que dicar en la jerga de los cíngaros, quiere decir ver o darse cuenta. Diquelar fue malinterpretada por los porteños, quienes la oyeron como diquedar. De diquedar a dar dique, no había más que un paso, y los habitantes lo dieron muy pronto. A fines del siglo pasado, dar dique se aplicaba en lunfardo a una estafa, que consistía en dejar ver un objeto en venta, para cambiarlo rápidamente sin que el sujeto que lo compraba, lo advirtiera. La idea de falsa apariencia, alardear, aparentar, pavonearse y exhibirse haciendo ostentación, dio lugar a lo que el dicho expresa hoy.
Colifa
Colifa es un término muy popular, que empleamos para expresar con cierta ternura, que alguien está loco, piantado o rayado. En otras palabras, un loco querible. Aunque el sentido común nos lleva a pensar que proviene del término colifato, los estudiosos explican que coli deriva del vocablo italiano coló (que significa justamente, chiflado). A su vez, colo es loco al verse (al revés en lunfardo), entonces colifato y su apócope colifa, aparecen como transformaciones de ese término original, que en el habla de la calle, sumó sílabas con fines únicamente creativos.
Gauchada
Hacer una gauchada, es llevar a cabo una acción desinteresada. Hacer un favor a otro, con la simple intención de poder ayudarlo, sin esperar nada a cambio. El término es popular en países como Uruguay, Chile y Argentina, aunque es en este último, el que le ha dado un uso ampliamente extendido al mismo.
La gauchada era una actitud típica de los gauchos, un gesto completo de solidaridad. Es que estos hombres cumplieron un rol clave en la guerra de la Independencia por su valentía, habilidad para cabalgar y conocimiento del territorio. Por el contrario, hacer una guachada, es cometer una traición, aunque detrás de esta expresión haya un sentido más trágico que desleal. Y es que guacho refiere a la cría animal que perdió a su madre, y por extensión, a los niños huérfanos.
Guarango
El adjetivo conosureño guarango, usada a modo cotidiano, lamentablemente proviene como algunas otras, de situaciones históricas de discriminación y exclusión. Si bien en la actualidad se emplea como sinónimo de grosero, maleducado o malhablado, fue instalada por los españoles de la conquista, como referencia despectiva y racista hacia los nativos que hablaban en guaraní. Decirle guarango a la persona que emplea un vocabulario soez es ofensivo, pero no por la adjetivación que pretende, sino porque su origen alude a una discriminación arbitraria de inferioridad.
El día del arquero
Existen en nuestro país días consagrados a la madre, al padre, a la secretaria, al cartero, al animal, al niño, al camino, al amigo, al estudiante, al árbol, a los enamorados, etc., etc. También solía (y aún suele) hablarse mucho del día del arquero, pero este presentaba una curiosa propiedad: hasta el 14 de abril del año 2013, no existía. Recién a partir de dicha fecha, se instauró en todo el mundo, el Día Internacional del Arquero en conmemoración al nacimiento del colombiano Miguel Calero, el guardameta que más partidos disputo en la historia. Nacido en 1971, tuvo una extensa carrera en el fútbol de su país y Méjico. Hoy cumpliría 48 años pero falleció en 2012 por una cruel enfermedad.
Hasta ese momento, la frase era en el tiempo, un nicho vacío, un fantasma del almanaque. En la charla diaria equivalía a “nunca”, “jamás de los jamases”. En un libro que lleva ese título, El día del arquero, con ilustraciones de Fontanarrosa (Ediciones de la Flor), su autor, Juan Sasturaín, proponía serlo el 27 de octubre. Nadie hasta ahora ha logrado saber por qué motivo, ya que lo más apropiado localmente, habría sido el 3 de octubre, fecha en que un arquero, el paraguayo José Luis Chilavert, marcó un gol mediante un tiro libre (no penal). Caso único en la historia del fútbol argentino.
Probablemente, muchos siguen apegados al sentido original de la frase, ya que "te voy a pagar el Día del Arquero" sigue tan vigente como antes. Aunque quienes lo dicen, corren el riesgo que en la mencionada fecha internacional, alguien se les aparezca para cobrar la deuda.
Perdón por reiterarnos en el saludo final, pero, ¡que lo hayan disfrutado y hasta la próxima!