Días que parecen iguales, horarios cambiados y dispositivos electrónicos que no aguantan más de un par de horas sin ser enchufados. Libros que ya no están en el fondo del armario sino en la mesita de luz.
Muchas de estas situaciones nos resultan familiares ya que desde hace algunas semanas, y no por elección propia, la mayoría pasamos nuestros días dentro de casa.
Al comienzo todo fue muy extraño. Estábamos desconfiados, llenos de incertidumbre y dudas. Nos asustamos por las cifras y por lo que acontecía, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Estábamos bombardeados con noticias e información dura. Sumado a eso, familias que rara vez coincidían sus horarios en casa, ahora tenían que compartir y convivir el uno con el otro en el mismo espacio, todo el tiempo. Llegaron los roces y los conflictos, pero se pudieron superar y convertir en charlas o momentos que antes eran impensados.
Pudimos conocer más al otro, congeniar de una manera distinta y apreciar lo que tenemos. Seguimos conectados, pero esta vez de una forma distinta: a la distancia.
La tecnología es un gran aliado para todos nosotros. Hasta no hace mucho tiempo no existían siquiera los celulares con pantalla a color ni táctiles. Aquel que tenía una computadora en su casa era sólo porque se la facilitaba su trabajo, algo a lo que no era fácil acceder.
Hoy en día, nos cuesta imaginar la vida sin el uso de un teléfono con internet o de una computadora con pantalla grande. Estos objetos que antes ni siquiera estaban desarrollados, hoy son quienes en medio de esta situación tan especial nos acercan a lo que era nuestra vida cotidiana.
La clase de entrenamiento de las 18 horas del profesor del gimnasio, la teleconferencia con nuestro jefe, la videollamada con nuestros familiares o amigos, hasta festejos de cumpleaños y otras celebraciones virtuales. Aplicaciones para ver películas o series que solemos usar una vez a la semana durante el año, hoy se convirtieron en un entretenimiento de todos los días. Nos informamos con los noticieros o con Twitter, esquivamos las fake news (noticias falsas) en WhatsApp y Facebook y subimos contenidos de nuestra nueva rutina diaria a Instagram. Aprendimos nuevas recetas, o incluso a cocinar, adquirimos nuevas habilidades y nos anotamos en algún curso de nuestro interés. Por suerte, pudimos sacarle provecho a la situación.
Quizás nunca creímos que algo así sucedería, o pensábamos que sí pero no nos deteníamos a pensar cómo sería atravesar este proceso de “quedarse en casa lo más posible”.
Algunos sostienen que será difícil volver a ciertas tradiciones características del argentino, como tomar mate en grupo, darse un beso en la mejilla como saludo, abrazarse con un desconocido en la cancha, comer el asado o las pastas de los domingos. Pero luego de varios días de cuarentena, logramos modificar ciertas costumbres con la esperanza de que en algún momento todo volverá a la normalidad. Así somos, increíblemente tenemos la capacidad de poder adaptarnos a cualquier situación que se nos presente y aun así mantener en vista que todo va a estar bien. Esto es lo más importante, no lo olvidemos, todo aquello que hoy daríamos lo que fuera porque sucediera, va a suceder y nos encontrará más y más unidos que nunca.